Más eficientes, más seguras, más competitivas; así queremos que sean las pequeñas empresas; y así deben ser, por su propio interés. Encontrar nuestro huequecito entre “los grandes” requiere que forjemos una identidad propia, pero también que adoptemos estrategias y herramientas prácticas adecuadas.
El sistema de pago con tarjeta bancaria a través de una llamada telefónica puede beneficiar de manera significativa al pequeño comercio por una serie de razones muy concretas que te presentamos en este texto. Pero antes de exponer esas claves, una brevísima introducción al problema que se plantea a las pymes, y que tiene que ver con lo de siempre: la escala.
El problema de siempre: la infraestructura y la escala
El punto de partida es de sobra conocido: la desigualdad para competir. En efecto, la pequeña empresa no cuenta con los recursos de los que sí dispone la gran empresa (sea tecnológicos, sea financieros, sean ambos).
Dicho de otra manera, la capacidad de negociación de las pymes con entidades bancarias o proveedores de pago con tarjeta no es la misma que la de “los grandes”. Y su capacidad de inversión en innovación y tecnología, tampoco. De forma que el pequeño emprendedor tiene que buscar herramientas innovadoras, pero también asequibles, si quiere sobrevivir.
Ese es el papel que desempeña el sistema de pago telefónico con tarjeta, siempre y cuando cuente con garantías sólidas de seguridad y privacidad: es una vía para ampliar la gama de canales de pago, aumentar las conversiones, mejorar la experiencia del cliente y facilitar la fidelización. ¿Cuáles son los hechos diferenciales que ofrece esta tecnología para hacerlo posible?
Las tres claves
El pago por teléfono con tarjeta presenta, a nuestro juicio, tres elementos esenciales que ayudan al pequeño comercio a competir en mejores condiciones sin necesidad de embarcarse en grandes inversiones ni de realizar transformaciones poco realistas en la organización.
Reduce los costes del procesamiento de pagos
Si tienes un negocio comercial, seguro que estás al tanto de eso que llaman comisiones de procesamiento que implica cualquier transacción mediante tarjeta de crédito; básicamente, son las comisiones que paga el comerciante por aceptar pagos con tarjeta. También sabrás que las transacciones sin presencia del titular suelen ser mayores.
Esto se debe esencialmente a que se consideran de mayor riesgo, porque se considera que hay mayor posibilidad de fraude y mayores posibilidades de devoluciones. No obstante, la propia industria de las tarjetas de crédito, encarnada en el PCI, reconoce que la gestión automatizada (sin intervención humana) reduce enormemente esos riesgos, y con ellos, las comisiones.
Aumenta la eficiencia del proceso
Comisiones aparte, el proceso automatizado es más eficiente principalmente por dos razones. Por un lado, y volviendo sobre el factor humano, las posibilidades de error en la introducción de datos o en la verificación de la información se reduce prácticamente a cero. En eso no cabe discusión, las máquinas fallan menos.
Y además hay que reconocer que son más rápidas. Sin un intermediario de carne y hueso, los tiempos de espera se reducen significativamente; siendo ese tiempo de espera el enemigo número uno para completar una transacción de forma satisfactoria, se entiende el peso específico de este factor para el éxito en el pequeño comercio.
Mejora la satisfacción del cliente
Del factor anterior se deriva inmediatamente otro: la satisfacción del cliente con un servicio de venta rápido, fiable y eficiente sube como la espuma. Las posibilidades de fidelización y upselling se disparan cuando el cliente ha comprobado personalmente que el procedimiento de pago es plenamente satisfactorio.
Nada más fluido en un proceso de compra que pasar de la fase de investigación a la de compra en un mismo gesto. Esto se traduce, para la venta telefónica en el terreno del pequeño comercio, en que el cliente pueda entrar en contacto, obtener información y adquirir el producto a través de un mismo canal y en un procedimiento sin cortes.
La innovación tecnológica a tu alcance
Prosperar en el competitivo mercado de la economía digital pasa, entre otras cosas, por aprovechar las ventajas comparativas que nos ofrecen las tecnologías de vanguardia.